sábado, 29 de abril de 2017

¡Cachorra! Amor Incondicional... cronica de una adopcion🐕

Cada vez que la miro me pregunto: “¿cómo no se me había ocurrido antes?”
He tenido muchas amistades, personas conocidas que vienen y van, decepciones que me hacen pensar que siempre tropiezo con la misma piedra, pero conocer a Anastasia me ha demostrado que sí existe el Amor incondicional.
Los perros siempre habían sido invisibles para mí. Un día sumergida en mi rutina, ya con 26 años y una vida bastante agitada, decidí tener un perro, quería vivir la experiencia, esa que tanto promocionan las películas y la que amigos en particular siempre presumían.
Lo primero que tome en cuenta es que debía escoger una raza que pudiera adaptarse a los espacios de mi apartamento. Quería comprar un cachorrro, jamás pensé en la posibilidad de adoptar a un perrito necesitado.
Le comenté sobre mis planes a algunos amigos, le pregunté sobre qué raza podía escoger. Una de esas amigas se lo comentó a una vecina que yo conocía, quien estaba regalando su perrita, pocas veces la había visto, debía consultarlo con mi novio, él lo dudo, pensó que yo no sabía en qué lío me metía. Finalmente conversamos con su dueña, ella nos dio más detalles y fotos de la perrita con la intención de que nos enamoráramos.
Cuando llegó la noche fuimos a conocer a la candidata. Entre saltos y algarabía, inmediatamente hizo el “clip” con el que sería su padre adoptivo, en ese momento yo me mantuve al margen, no sabía qué hacer, cómo debía tocarla, ni cómo actuar, pero me pareció una lindura. En menos de cinco minutos ya estábamos metidos en el paquete.
Lo inesperado pasó… decidimos adoptarla.
Como si se tratara de un bebé, compré cuna, comida y hasta ropa para lo que sería su bienvenida a casa.
No fue exactamente como lo había soñado, ella estaba inquieta, oliendo todo, conociendo su nueva casa y familia. Yo estaba aún más ansiosa, todo era nuevo para mí.
 El “clip” entre nosotras no fue de inmediato, nuestra relación se construyó todos los días; ella trata de descubrirme y yo trataba de entenderla, hasta que poco a poco nos volvimos inseparables.
Ella es mi compañera y quererla es muy sencillo. Cuando toda la familia está en la casa, ella siempre se acurruca a mi lado, duerme conmigo, parece que quiere mi calor y aunque sé que no es un hijo, pues a veces el rol es muy parecido; me preocupo por su bienestar, sé cuando está triste y entiendo cada uno de sus gestos que tiene el nombre de gratitud.
Todo fluye como si nos conociéramos desde hace mucho y es que el lenguaje de Anastasia siempre viene acompañado con los ladridos de la lealtad, aunque a veces ella decida no hacerme caso, verla tan despreocupada me relaja, este es uno de los planes que jamás hice pero salió tan bien que pienso cómo no se me ocurrió antes.
Si alguien jamás ha tenido la amistad de un perro, no entenderían la frase, tal vez un tanto trillada de que el “perro es el ser más fiel que existe”, lo vivo día a día y me sorprende todo lo que puedo disfrutar con su compañía. Mi felicidad es genuina, no está condicionada a nada, sólo somos nosotras. Me río sin parar, dejó de pensar y de preocuparme sólo está ella y sus locuras acompañadas con sus gestos elocuentes.
Adoptar a Anastasia es lo mejor que me ha pasado sin planificación alguna porque reitero pocas veces he visto el amor incondicional como en los ojos de mi ¡cachorra!

                                          Citlali Yaribi Pastran




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